"ACERCA DE LA LITERATURA PARA NIÑOS "
Elsa Bornemann
Nos referiremos básicamente a las tres maneras por medio de las cuales los cuentos les pueden llegar, exponiendo unas síntesis de las pautas que han de decidir la elección en favor de una u otra, según la edad de los pequeños, el texto que se escoja, el tiempo que se disponga para realizar la experiencia literaria, etc. Esas tres maneras son:
1. Narración oral efectuada por un adulto.
2. Lectura en voz alta hecha por un adulto.
3. Lectura directa, individual y silenciosa realizada por el propio niño para si mismo.
A los mas chiquitos les encanta que les narren cuentos. Sin embargo, no ha de caerse en el error de suponer que la narración tiene como únicos destinatarios a los preescolares, por el solo hecho que ellos no saben aun leer. No es una técnica exclusivamente limitada al jardín de infantes. Por el contrario. Correctamente llevada a cabo, la narración es -por lo general- una cautivante experiencia para todas las edades.
De todos modos, cierto es que la iniciación a la literatura se produce siempre por esta vía y que -tal como ayudamos a los niños a descubrir el mundo- debemos ayudarlos a descubrir también el placer de escuchar cuentos. La innata predisposición infantil en este sentido se encuentra amenazada en nuestra época debido al casi permanente contacto que los niños tienen -desde su mas temprana edad- con ciertos medios de comunicación de masa, entre los cuales destacamos con preponderancia uno: la televisión. Instalada en muchos hogares como una especie de niñera mecánica a la que basta apretar unos botones para que seduzca a los pequeños con su magnetismo de imagen y sonido. A la televisión se le ha delegado la misión de acompañarlos y entretenerlos para lograr de este modo, algo muy difícil dada la índole naturalmente inquieta de los pequeños receptores: que permanezcan inmóviles, en un estado semi hipnotico, permitiendo así al resto de la familia atender a sus intereses con la certeza de que los chicos no han de perturbarlos durante un buen rato.
Reconocemos -por ende- que no es sencillo crear el clima propicio para narrarles o leerles en voz alta un cuento. Además los niños no se convierten automáticamente en buenos oyentes. Es breve el tiempo de atención que pueden prestar, pero debemos considerar que tampoco es largo el que le requieren los programas de televisión, interrumpidos constantemente por los avisos comerciales. No obstante, este tiempo de atención puede prolongarse debido a que se apela a otros recursos para mantener despierto el interés, como por ejemplo la difusión casi continua de música, mucha acción física, etc.
En el momento en que ingresan en el jardín de infantes, la mayoría de los niños necesita aprender a escuchar la palabra hablada, la voz desnuda de quien intente narrarles un cuento sin la asistencia de ninguno de los recursos antes citados.
Se deberá tener muy en cuenta que la voz clama de los libros ha de tomar un tiempo antes de ser real y efectivamente escuchada por esos oídos habituados al ruido de los medios modernos. Para lograr esto, aparte de la habilidad que se posea para seleccionar y presentar los textos oralmente (muy breves al principio y paulatinamente mas extensos), aparte de la capacidad para crear el clima adecuado previo a la narración o lectura en voz alta y del entusiasmo que se siente por establecer este tipo de comunicación con los pequeños ha de partirse de la premisa de no convertir este momento intimo en una ocasión mas para "enseñar". Es hora de que padres y maestros comprendan que la literatura infantil debe ser disfrutable por si misma.
Además, reconozcamos que nadie escucha realmente cuando se aburre: de esta apreciación no estamos eximidos los adultos.
Acaso parezca aventurado afirmar que un buen narrador puede ser uno de los mas efectivos medios audiovisuales con que contamos, pero mi propia experiencia me lo ratifica diariamente.
Pero... ¿Cuando y donde narrarles o leerles cuentos a los chicos? El asunto varia ya se trate de hacerlo en el hogar o en la escuela. Sin embargo, los momentos mas apropiados pueden presentarse espontáneamente, casi en cualquier circunstancia, porque los mejores momentos para la literatura -tal como los de la vida- aparecen a menudo en forma inesperada, y acaso por ello sean doblemente gratificantes.
Son incontables las oportunidades adecuadas para tal fin, pero depende fundamentalmente de las ganas de los adultos el saber percibirlas y aprovecharlas en bien de sus niños.
Es esencial saber que se dispone de un lapso suficiente, para que la narración o la lectura no se vean inoportunamente interrumpidas.
De los cinco minutos iniciales que por lo habitual se destinan para tal fin con los mas pequeñitos, se pasara gradualmente a diez y quince, con cuentos mas extensos a medida que el tiempo de atención de los preescolares así lo permita, en tanto que media hora puede ser un periodo ideal para los primeros grados.
Ciertos cuentos se prestan mucho mas que otros para ser narrados. En líneas generales, son muy adecuados para tal fin los de origen popular, cuentos que han
llegado a nosotros transmitidos precisamente por vía oral, de generación en generación, y que basta por lo corriente una sola lectura atenta para poder recordarlos sin inconvenientes.
Su estructura lineal, de estilo directo exento de descripciones que retardan la acción, con abundancia de onomatopeyas, repeticiones y expresiones de la lengua oral, hace que los cuentos folklóricos constituyan una excelente materia narrativa.
Por el hecho de ser patrimonio de todos, tenemos la libertad de recrearlos, ya sea variando alguna de sus partes, condensándolos, alargándolos, corrigiendo su lenguaje, etc.
Muchos cuentos literarios (esto es, aquellos a los que puede atribuírseles un autor determinado) se adecuan también perfectamente a los propósitos de la narración. No obstante, por lo común habrá que trasladar sus textos al estilo directo, eliminar ciertos párrafos eminentemente descriptivos, simplificar el lenguaje, que suele ser rico en comparación con el utilizado corrientemente, introducir frases de apertura y de cierre, etc. O sea, otorgarles algunas de las características formales de los cuentos populares.
No debe olvidarse -empero- que siempre es preferible una correcta lectura en voz alta antes que una narración deficiente.
En el caso en que se lea, es importante mantener -durante la lectura- tanto contacto visual con los niños oyentes como sea posible, sin temer las interrupciones que hacen con frecuencia cuando piden que les repita un pasaje o se les explique el significado de algún termino cuya comprensión no alcanzan.
A pesar de que existen definidas diferencias entre las necesidades e intereses y la capacidad de recepción de los preescolares y los chicos de los primeros grados de la escuela primaria, cualquiera de los textos aquí reunidos puede ser narrado a los chiquitos de cuatro y cinco años, o sea leído primeramente por el adulto para si y transmitido oralmente luego. Pero no todos se prestan para ser leídos en forma directa a los mas chiquitos.
De todos modos, no es posible clasificar con demasiado rigor el material narrativo encasillándolo con exclusividad para determinada etapa evolutiva, ya que, - a pesar de estar comprendido en ciertas generales de sus leyes-, cada niño es un individuo, -y como tal- también responde a características de personalidad que le son propias y de las que ha de depender su acaso temprana elección de un cuento que el antólogo supuso adecuado para los mayorcitos, o la tardía preferencia por otro que tal vez fuera escogido para los mas pequeños.
Extractos de "Antología del Cuento Infantil"
Elsa Bornemann