CARTA DE LAS NIÑAS Y DE LOS NIÑOS A LOS ADULTOS
Autora: Inés de Cuevas (Venezuela)
Agradecemos a la autora por colaborar con Léeme un Cuento con material muy interesante y sentido para los niños .
Señoras y Señores
Con nuestro respetuoso saludo quisiéramos pedirles, que al menos un segundo de todos sus días piensen en nosotros para que no nos angustie la idea de que muchos de ustedes no nos aman, y de que otros, ni siquiera nos escuchan porque hace tiempo que la atención y el amor pasó de largo frente a ellos, irrespetando el más elemental de nuestros derechos. Casi siempre vemos a los adultos más cercanos ¡tan ocupados! como la gran mayoría de esos sórdidos individuos que llaman gobernantes... Para quienes las niñas y los niños no somos otra cosa que migas de desechos diseminadas por lugares preñados de miseria.
Quisiéramos que hasta nosotros -que en oportunidades no tenemos una mano amiga que caliente las nuestras- extendieran, ustedes, el manto del sastrecillo del cuento para abrigar en él nuestros corazones de almendra y nuestra poderosa fuerza de amar a los demás.... Quisiéramos que cada adulto que pasa por nuestro lado fuera como las mamás de los delfines, para que nos resguardara de tantos ignaros depredadores que castran nuestros sueños y matan a ese amigo íntimo que llevamos por dentro.
Cuando escuchamos a alguien que relee en algún diario o revista las cifras alarmantes de las niñas y los niños que mueren en tierras de América Latina y en otros lugares del planeta "...por causas que atendidas prontamente evitarían graves consecuencias en nuestro desarrollo físico, psicosocial o mental"; sentimos que la delgada piel de nuestros cuerpos se arruga dentro de las venas y nos ahoga la mesura para responder con coraje a los discursos celebradores del DÌA DEL NIÑO, y de otras conmemoraciones aprobadas en Asambleas, Declaraciones, Convenciones..... acomodadas a las abultadas inversiones promociónales de los gobiernos de turno mientras nosotros seguimos siendo los más olvidados.
En ocasiones, tantas cosas que otros prometen a favor de nosotros y no las cumplen, nos hace desear a un protector adulto que tenga un corazón inmenso.......¡como un globo!, y que nos deje entrar en él para buscar un lugar dónde acomodarnos a nuestro gusto con el fin de animarlo en la lucha por la defensa de nuestros derechos. Un adulto que cuando nos hable nos mire cariñosamente a los ojos para que lea en ellos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestras ganas de reír ante un sueño imaginado o las ganas de llorar ante el abandono y la ignorancia de los grandes. Un adulto que no nos etiquete y que estimule nuestra forma de conducirnos sin compararnos con situaciones parecidas. Un adulto que se haga niño - como nosotros- que sienta palpitar en su pecho un corazón de niño, que por sus venas se mueva la algarabía de nuestra infancia y que se alimenten sus células de nuestras picardías para que cuando se reúna con nosotros, aflore la camaradería de una conversación entre amigos que se cuentan sus secretos.... sus intimidades....
¿Saben?... muchos de nosotros no tenemos un techo que nos proteja ni pan para comer; tampoco tenemos abrigo para resguardarnos del frío durante los días y las noches de inaguantables desniveles de temperatura. Algunos no tenemos atención médica ni medicinas que nos libren de la muerte en el suelo de un hospital público...
Otra cosa: No tenemos juguetes, ni creyones para colorear... ni libros bonitos para recrearnos... Y, algo muy triste: una gran mayoría somos sometidos a explotación y abuso por parte de las personas adultas; hemos perdido nuestra infancia trabajando en tareas que están muy lejos de nuestros intereses y que no se adaptan a nuestro desarrollo físico, porque no olviden ustedes que........ aún seguimos siendo niños.
Esto nos recuerda unas palabras muy bonitas que escuchamos una vez.... Richard Bach, decía: "Jamás dejes de ser un niño…. Nunca dejes de sentir, gustar, ver y extasiarte ante cosas tan grandes como el aire, el vuelo y los sonidos de la luz del sol en tu interior." ¡Qué lastima! que los que vivimos tan ocupados trabajando de sol a sol no podamos escuchar los sonidos de esa luz en nuestro interior, porque cuando regresamos, estamos ¡tan extenuados! que, ya no hay espacio para pensar en cosas bonitas con los ojos cerrados........ El sueño nos domina.
Cada vez que un adulto -de esos que abundan en los carnavales del mundo- se pone su antifaz de mago generoso, sentimos miedo....... Pero, cuando revisamos los depósitos de nuestras almas y vemos que aún hay mucho amor almacenado, nos llenamos de alegría y nos ponemos a recoger trocitos de firmamento en nuestras manos para guardar una porción en cada uno de nuestros corazones, de tal forma, que nunca se nos apague la estrella de la esperanza y que por siempre habite en nuestro espíritu la ilusión...... Así, cuando el calendario nos estire hasta la adolescencia, nuestras manos y nuestros pies no queden sujetos a las rejas de un correccional.
Dios que todo lo ve... que todo lo escucha y que protege a los niños y a las niñas, no permitirá que nuestro anhelo de crecer interiormente nos lo arruine la mano castigadora, el gesto inoportuno o la palabra lacerante de algún adulto de esos que encontramos por montones en los caminos que cruzamos.
Señoras y Señores, respetuosamente les rogamos que su lenguaje adopte la música original que sabemos escuchar y entender quienes amamos... Deseamos que sus manos sólo se levanten para convertir en magia todo cuanto toquen. Le hemos pedido a Dios que ninguno de ustedes apague el resplandor de la fe que entra en nuestros corazones y...... que sea esa misma claridad la que por Navidad espere el beso del niño Jesús, la visita de Santa o el amistoso saludo de los Reyes Magos que, algunas veces traen regalos y otras ¡No!..... Pero, no es porque nos hemos portado mal como suelen decir algunos de ustedes cuando están mal informados, sino porque no pueden...... No importa si no traen regalos ya que ellos pasan por nuestras casas mientras dormimos y nos dejan un beso en la frente o en la mejilla para que nos enteremos de que estuvieron allí.... a nuestro lado. Sabemos que cuando no pueden traer regalos, toman de las altas copas de los pinos y eucaliptos un manojo de colibríes y los echan a volar por encima de nuestras casas para que podamos sentir el ritmo de las campanitas que suenan dentro de cada uno de nosotros, cuando estamos contentos.
Los Niños.