EL LOBO Y LOS SIETE CABRITOS
En el medio de un hermoso bosque vivían mamá cabra y sus siete hijitos. Todo el día jugaban entre los árboles pero nunca se alejaban demasiado de la mirada de su madre.
Un día la mamá cabra tuvo que ausentarse para cuidar a una prima enferma. No le gustaba dejarlos solos pero esta vez debía hacerlo. Antes de irse les pidió que se portaran bien, que no enciendan fósforos y sobre todo les repitió: -¡No abran la puerta a extraños! ¡A nadie!...
Pero muy cerca estaba relamiéndose escondido un hambriento lobo,-¡Siete cabritos deliciosos, no se me escaparan , me los comeré a todos!
Ni bien se fue la mamá, el lobo se asomó a la ventana de la cabaña y al ver a los pequeños jugando se decidió y llamó a la puerta simulando una vos fina dijo -Abran soy su mamá, me olvidé una cosa. -No, nuestra mamá no tiene esa vos, ¡Fuera de aquí!- respondieron los hermanitos.
Entonces al lobo se le ocurrió tomarse una docena de huevos así su vos sería más clara, y volvió a buscar sus presas. -Soy su mamá dijo el lobo con su nueva vos. Esta vez los cabritos dudaron pero antes de abrir le dijeron: -Enséñanos la patita por debajo de la puerta. Otra vez lo habían descubierto.
Desesperado esta vez pensó en meter su pata en una bolsa de harina para que los pequeños crean que era la pata de la cabra. Después de blanquear su negra pata fue otra vez a golpear la puerta y ...- ¿Quién es? -Soy mamá cabra, abran que estoy muy cansada. -enséñanos la patita por debajo de la puerta- dijeron los cabritos. La pata blanca apareció por la ranura de la puerta. Esta vez el disfraz los engañó y abrieron la puerta.
Entró y los arrinconó muerto de hambre; ellos trataron de defenderse pero igual se los comió uno a uno... El lobo quedó agotado y completamente lleno. Arrastrando su enorme panza se fue a echar una siesta sin ningún remordimiento.
Cuando mamá cabra regresó no oyó a sus hijos y se sorprendió, pero mucho más cuando entró a la cabaña y vio todo revuelto y no encontró a sus hijitos. Enseguida corrió por el bosque gritando Cabritos, ¿traviesos dónde se escondieron? Pero un leñador que la escuchó le contó su sospecha de que un lobo se podía haber comido a sus hijos y siguieron unas huellas... hasta que lo encontraron. Estaba muy tranquilo durmiendo a orillas del río; el leñador abrió su barriga y salieron los siete cabritos sanitos. Después le metió piedras y le cosió bien la panza. Cuando el lobo despertó tenía mucha sed. Lentamente se acercó al río y ¡Plaff! cayó al río... Los cabritos no paraban de reír alegres. Muy felices la familia de la cabra y el leñador fueron a tomar la merienda cantando y brincando...