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ESCRIBIR PARA CHICOS. LA INFANCIA Y LAS ESCRITORAS. UNA APROXIMACIÓN A LAS POÉTICAS DE TRES AUTORAS ARGENTINAS
DE VALERIA BADANO
Buenos Aires: Ed. Nueva Generación, 2011, 79 pp.
Flavia Porto
UNSAM
Argentina
La literatura infantil es un campo en el que confluyen tensiones. Muchos son los interrogantes que subyacen y rodean este campo: los cruces entre los adultos y los niños forman parte de una construcción conflictiva; la representación de un niño al que hay que educar utilizando la literatura para tal fin; escritores y escritoras en cuyo contenido vehiculizan ciertos déficit o necesidades; un niño al que hay que moralizar, proteger de las palabras, cuidar de los temas que abordan los textos, enderezar sus interpretaciones. Un camino de censuras que muestra lo que los chicos “no puede[n]leer” y así responder a un modelo ideal de niño-lector.
Desde épocas lejanas, la literatura infantil se constituyó a partir de las adaptaciones populares de textos destinados a adultos y relatos de la tradición oral. Desde épocas remotas, la pedagogía acompañó esta literatura, vigilando e instalando qué podían leer los chicos o no, y las maneras apropiadas para esa lectura. Escuela, docentes, bibliotecarios, libreros, familia, sociedad, aparato crítico, controlan y seleccionan por fuera y dentro de las instituciones los “sentidos correctos” de la lectura literaria. De esta forma, se cumpliría el objetivo pedagógico de tutelar los caudales y desbordes de significación que la literatura habilita.
Podríamos cuestionar entonces, cuáles serían las lecturas herejes, cuáles las subsidiarias de la ‘literatura mayor’, cuáles las propuestas por la crítica y canonizadas en diversos círculos, tales como la escuela. El campo de la literatura infantil ha sido considerado menor, pequeño, justo y apropiado para el tamaño de sus lectores; pero, si nos corremos de las categorizaciones y hablamos de la literatura toda, podríamos acordar que esta es per se amoral (Carranza).No nos dice cómo debemos ser o qué debemos ser; más bien, devela caminos, mundos posibles y ambiguos en los que no está en discusión el control sobre los posibles significados devenidos de la lectura.
Una literatura sin densidad, digerida de antemano, sin alternativas o desvíos…Una literatura con fines o como herramienta, opaca, escrita “a la carta”, “políticamente correcta” propone unos niños que se modelarían al antojo de “los grandes” de acuerdo a lo que estos últimos suponen que deben cuidar socialmente.
¿Por qué el discurso pedagógico (Larrosa 130) de transmisión de los valores aún persiste, atraviesa el umbral de la literatura infantil y no prende en la literatura con mayúsculas? ¿Por qué la literatura es elegida como herramienta para esta transmisión? ¿Qué representaciones de niño subyacen a estas interrogaciones? ¿Qué concepción de la lectura, en particular de la lectura literaria, y del lector, implica este uso moral de lo literario? Alcanza con abrir varios catálogos de editoriales para preguntar (nos) qué se supone que la literatura debe transmitir. El “deber ser” no es la especificidad de lo literario. El libro que nos convoca, Escribir para chicos. La infancia y las escritoras. Una aproximación a las poéticas de tres autoras argentinas de Valeria Badano, trabaja con estas preguntas e ilumina recorridos que nos llevan a ahondar en dichas problemáticas: la infancia, el canon, escribir para niños, cómo leen los chicos. Lejos de teorías de lectura que están bogando por la comprensión lectora, por los procesos cognitivos al leer, por un lector que “necesita” un adulto que le traduzca lo que lee, por un lector que no tiene presente ni pasado literario, Badano explora la producción de mundos posibles a partir de la lectura de literatura y desde la escritura de autores que la han promovido sin vallas, sin corsé. Por el contrario, una literatura cuyos límites son difusos y se convierte en búsqueda, que es densa en el sentido de capas que muestran símbolos, metáforas, invención, complejidad, y que, lejos de categorizaciones, su impronta es ser indomesticable.
Si la Literatura Infantil, es, en palabras de Escarpit, la “gran excluida” (Díaz Ronner 16) de los circuitos académicos y críticos, Badano recuerda que de la infancia, tal como de la mujer, no se habla por ausente o por prohibido y la necesidad de hacer presente lo ausente, hacer visible lo invisible, entretejiendo las voces de escritoras y los lectores niños. Niños, que de acuerdo al trabajo de Valeria, pueden recorrer los “dobleces del discurso poético” (2011: 22), una palabra que es mágica sin necesidad de traducirla al discurso adulto. La escritura para chicos obliga a pensar en los lectores de talla pequeña y en cómo perciben el mundo. En Escribir para chicos… la palabra lúdica, la metáfora para promover sentidos, “supone reconocer las tensiones entre la estética y la poética” (2011: 25).
La tradición de escritura para chicos en Argentina es vasta, hacia los `70, de mano de escritores del calibre de María Elena Walsh, Laura Devetach, Gustavo Roldán, Graciela Montes, Ema Wolf, entre tantos, comienza a tomar cada vez más fuerza y crecimiento la LIJ. Badano elige tres autoras, tres mujeres, que le permiten recorrer, en distintos momentos del siglo XX, el camino de la literatura para chicos desde una perspectiva de género y de ruptura, asociadas a lo maravilloso, fantástico y de terror. María Granata, Silvina Ocampo y la misma Valeria Badano, comparten la escritura como la liberación de la palabra, el generar otros modos poéticos, la construcción de la experiencia posible, una realidad ampliada, la poetización del mundo.
En estas realidades ficcionales se habilitan tópicos como la muerte, el sufrimiento, el castigo, el miedo, la crueldad que, lejos de allanar recorridos lectores, posibilitan que los niños experimenten un discurso mágico, nuevas significaciones de lo “tabú”, una realidad conjurada que no “protege” al niño porque la literatura, maravillosa, de terror, fantástica, la literatura toda, es un discurso de alto impacto. (Sarlo 18)
En el Prólogo a Aunque parezcan mentiras, Badano instala una voz que interpela directamente al lector y dice así:
…No te van a creer. Te van a decir que son mentiras. Que dejes ya de inventar esas
cosas terribles.
Pero todo es verdad.
Es verdad que la noche es un perro oscuro que te huele el miedo. Es verdad que las malas palabras pueden cobrar vida y hacerse, entonces, más peligrosas; porque las malas palabras se convierten en monstruos prehistóricos (…)
Y también es verdad, aunque parezca una mentira, que aquello que nosotros conocemos y que nos parece inofensivo, puede transformarse en nuestro enemigo. Porque esas cosas conocidas: Las veredas, las ventanas, los manteles, los árboles y, sobre todo, algunos juguetes, tienen un alma a la que le gusta divertirse, asustándonos.
Yo te aseguro: No te van a creer. Te van a decir que son mentiras. Pero todo es verdad. Yo lo sé por eso yo te creo… (2010: 5-7)
“El niño puede revelar secretos por su mirada atenta sobre la realidad” (2011: 66), expresa Badano. Mirada que comparte con el universo de lo femenino. Mirada que no es chiquita ni poca cosa. Mirada productiva, creadora, que alimenta la necesidad de una Escritura con Mayúsculas.
OBRAS CITADAS
Badano, Valeria. Aunque parezcan mentiras. Buenos Aires: GEA, 2010.
---. Escribir para chicos. La infancia y las escritoras.Una aproximación a las poéticas de tres autoras argentinas. Buenos Aires: Ed. Nueva Generación, 2011.
Carranza, Marcela. “La Literatura al servicio de los valores, o cómo conjurar el peligro de la Literatura”. Disponible en: http://www.imaginaria.com.ar/18/1/literatura-y-valores.h
Díaz Rönner, María Adelia. “Literatura infantil: De menor a mayor”. Historia crítica de la literatura. La narración gana la partida. Vol. 11. Buenos Aires: Emecé, 2000.
Larrosa, Jorge."La novela pedagógica". Pedagogía Profana. Estudios sobre lenguaje, subjetividad, formación. Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas, 2000.
Sarlo, Beatriz. “Los estudios culturales y la crítica en la encrucijada”. Lulú Coquette 1.2 (Noviembre 2003): 13-23.
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