BICHIPUEBLO
Bichipueblo es un pueblo de bichos que está en un parque a la vuelta de mi casa, y aunque yo paso cerca todos los días, no lo conozco.
Los patos de la laguna me dijeron que Bichipueblo está debajo del puentecito, pegado al sendero de piedras, rodeado de yuyos y tréboles.
A ese lugar no llegan las personas mayores, pero estoy segura de que los chicos pueden agacharse y espiar Bichipueblo sin ningún problema.
También me comentaron los patos que ayer en el pueblo se armó un lío lioso.
¿ Ustedes quieren saber qué pasó? Bueno, cierren las bocas y abran grandotas las orejas.
¡ Chin Pum!, este cuento comienza así:
Bichipueblo es un pueblo tan pero tan chico, que una oruga verde tarda un rato en recorrerlo, una hormiga con bastón sólo un momentito y un caracol apurado, casi nada.
Los bichos vivían muy felices en ese pueblo, hasta que Mariposa les dijo:
-Me voy a la ciudad.
Aturdidos por la mala noticia todos se quedaron mudos.
En ese momento estaban las arañas tejedoras, las cigarras y los grillos musiqueros, las luciérnagas luminosas, los abejorros zumbadores, las langostas saltarinas, las moscas molestosas, los gusanos de seda, un gato colado y un sapo de otro pozo.
Mariposa les explicó:
-En este pueblo me aburro muuucho. No tengo nada para haaacer–y siguió bostezando y bostezando, mientras ellos le rogaban:
-¡Por favor, quedate!
-¡Te queremos mucho!
-¡No te vayas!
Ella dio una patadita en el pasto.
-Sí, ¡me voy ahora mismo!
Entonces los habitantes de Bichipueblo se reunieron de inmediato.
-¡Tenemos que hacer algo! –decidió la langosta.
-¡Sí, tenemos que hacer algo! –repitieron los demás.
Y se hizo un silencio silencioso.
Al cabo de un rato una abeja opinó:
-Busquémosle un lindo trabajo –y luego de agradecer los aplausos por la buenísima idea, agregó:
-Ahora tenemos que pensar cuál.
Y todos se pusieron a pensar ligerito, con los ojos cerrados, pues el tiempo se les acababa.
-¡Ya lo tengo!- exclamó el grillo-. ¡Viva, viva, viva! –y dio tantas vueltas en el aire que se le marearon las palabras y no pudo hablar.
-Que les parece si…_empezó el ciempiés, pero al ver que todos lo miraban se puso rojo de vergüenza y olvidó lo que iba a decir.
Entonces el escarabajo se acercó a Mariposa y le propuso:
-Para que no te aburras podrías cuidar las plantas de la plaza.
Ella arrugó la naricita:
-No me gusta, no me gusta nada.
En seguida le habló una libélula:
-Podrías encargarte de organizar las fiestas de este lugar.
-Tampoco me gusta.
Cuando todos estaban desanimados y Mariposa a punto de partir, encendió su luz una luciérnaga y le ofreció:
-Podrías cuidar a nuestros hijitos cuando estamos ocupados.
-¡Sí, eso sí me gusta! – exclamó entusiasmada.
Y así quedo inaugurado el primer Jardín de Infantes del pueblo.
¡ Chin Pum!, este cuento termina así:
Mariposa nunca más se aburrió,
y en Bichipueblo dichosa vivió.
Irene Evel Cordiano