CUENTO:
Nati, Seba, Nico, Camila y Fede, eran muy buenos amigos. Vivían en las afueras de la capital. Todas las tardes, después de regresar del colegio, se reunían para jugar a los aventureros. La naturaleza les ofrecía grandes maravillas y hasta habían construido una pequeña choza en lo alto de un árbol. El famoso bosque de eucaliptos guardaba en su interior grandes misterios, según Camila. Una tarde estaban decididos a investigar un extraño círculo que se hallaba cerca de la laguna, era bastante grande y había dejado huellas sobre el pasto, huellas que parecían haber sido realizadas por un fuego escapado de alguna nave espacial.
- Será hoy, hoy mismo sabremos de qué se trata – dijo la más osada de los cinco, Nati.
- Tendremos que armarnos de nuestras herramientas – dijo Seba – muy compenetrado con el hecho
- Yo llevaré los binoculares de mi padre, la lupa y un telescopio que mi abuelo me regaló en mi cumpleaños – dijo Nico
Fede propuso llevar un metro para medir la circunferencia del famoso círculo y Camila, preparó una cesta con merienda para todos, los demás llevaban cuerdas y varas para abrirse camino.
Con el permiso de sus padres, marcharon rumbo a la laguna armados hasta los dientes. Para llegar hasta allí debían cruzar el monte de eucaliptos, podría ser peligroso, siempre supieron que los viejos chacareros hablaban de un lobo blanco que habitaba el monte. Aún así siguieron caminando y caminando hasta llegar a la laguna. La tarde estaba cálida y transparente, no escucharon los alaridos del lobo, en realidad ellos no creían en esos cuentos, imaginaban que los chacareros lo contaban para asustar a los chicos y lograr detenerlos por miedo a que algo les sucediera. El monte era espeso y árido, pero estaban preparados para atravesarlos. Por fin llegaron a destino.
- Hemos llegado, muchachos – dijo Seba.
Allí estaba aquel grandioso círculo. A los ojos pequeños de nuestros amigos era gigantesco, tan grande que era imposible de medir. Seba sacó su lupa y comenzó a mirar las líneas minuciosamente, de pronto un ruido inesperado se escuchó entre las ramas del bosque.
- ¿Qué es eso? – ¡Escuchen! - dijo Camila muy asustada – debemos regresar y abandonar esto, estoy algo cansada y tengo miedo, además tenemos que apurarnos porque el sol se va a ocultar y nuestros padres se pondrán preocupados si no llegamos de día. Ahora díganme. . . ¿Ustedes creen que es realmente una nave espacial la que dejó esta huella?
- Es más – dijo Nati – Estoy segura que fue una nave y tal vez sus habitantes estén ocultos en el bosque, esos ruidos difusos que se oyen, podrían ser de ellos.
- Y si los encontramos y nos llevan a pasear en su nave – dijo riéndose Fede.
- Estás loco, muy loco, - dijo Nico – nos vamos ya ¿De acuerdo?
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